martes, 21 de septiembre de 2010

Una mirada sobre el comercio exterior y la coyuntura

-Septiembre 2010-


Así como se han abierto esquemas de subsidios a varios sectores (que en forma coyuntural son útiles pero que de mantenerse generan –como queda evidenciado- problemas en los precios relativos), en forma discrecional y sin una planificación o estrategia (más respondiendo a reacciones espasmódica frente a presiones sectoriales), se han venido generado desde hace varios meses, complicados esquemas de administración de comercio, los que han llegado hoy a un nivel tal que el propio gobierno ha debido ceder a las presiones de CHINA (para poder colocar aceite de soja) o BRASIL (como socio mayoritario del MERCOSUR).

Al respecto, bien sabemos que las medidas de administración de comercio, QUE NO TENGAN SU PERFECTO CORRELATO LEGAL EN EL RESPETO A LAS NORMAS INTERNACIONALES QUE INCLUSO SON LEY PARA LA ARGENTINA , son meramente coyunturales, y su aplicación en el mediano plazo generan, sin lugar a dudas, un galimatías de muy difícil salida. Ello se verifica tanto por las reacciones que provocan al interior del país, básicamente en el reclamo de igualdad de trato ante la protección, como por las reacciones que tarde o temprano generan en el concierto internacional, de socios y no socios comerciales.

Creer que el aparente desorden que la crisis del año 2008 de las hipotecas de Estados Unidos desató en el contexto internacional, genera un clima y escenario tal que se puedan justificar “pequeñas travesuras” en la administración del comercio, es al menos de una inocencia y desconocimiento mayúsculos, aspecto que no creemos que sea la explicación a semejante avance estatal sobre el comercio.

Para profundizar el análisis será conveniente echar un vistazo a la actual situación del comercio mundial

El nuevo comercio mundial

En un excelente artículo Felix Peña señala ( Ver en Desafíos para el Comercio Exterior en http://www.felixpena.com.ar)…..“Dos procesos simultáneos se observan hoy a escala global. Tienen efectos actuales y potenciales tanto en el intercambio mundial de bienes y servicios, como en las negociaciones comerciales internacionales, especialmente en la Rueda Doha en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Si bien son procesos conectados entre sí, requieren diagnósticos y abordajes diferenciados, pero que conviene que estén coordinados. Uno es la actual crisis financiera y económica con las conocidas consecuencias en la producción y el consumo, y en el comercio internacional. Como se ha observado en el primer semestre de este año en Europa, la caída de la actividad económica impacta en el nivel de empleo y en el estado anímico de las poblaciones, transmitiendo los efectos de la crisis al plano social y político. Según sea su intensidad, la crisis internacional puede incluso generar problemas sistémicos que afecten la estabilidad política de países vulnerables. Ello a su vez puede tener repercusiones sobre otros países, especialmente de la misma región. Significa un proceso con efectos inmediatos muy visibles y con fuertes requerimientos de respuestas en el corto plazo en el plano nacional, pero también en el de la coordinación entre países a nivel global y regional, precisamente por sus potenciales consecuencias sociales y políticas.
El otro proceso es el de los cambios en el mapa de la competencia económica global y del comercio internacional, incluyendo desplazamientos del poder relativo entre las naciones. Tiene raíces muy profundas. Se nutre en la historia larga. Reflejan un fenómeno que se ha acelerado en los últimos veinte años. Se manifiesta, entre otros planos, en el colapso de distancias físicas, económicas y culturales; en la fragmentación a escala transnacional de las cadenas productivas; en el surgimiento de nuevos protagonistas con gravitación en la competencia económica global y en las negociaciones comerciales internacionales –sean ellos países, empresas y sus redes, o consumidores–; en el crecimiento de las clases medias urbanas y suburbanas, con su impacto cuantitativo y cualitativo en la demanda mundial de bienes y de servicios; en la presión en la demanda de alimentos y de hidrocarburos y, a la vez, en la oferta relativamente inelástica de algunos de los más demandados, al menos en plazos cortos o medianos; en las nuevas formas de proteccionismo, incluso para restringir el suministro de productos escasos, y en la proliferación de “clubes privados” del comercio internacional en los cuales sólo algunos países participan y que tienen, por ende, un carácter discriminatorio.
Todo ello se ha potenciado por la aceleración de cambios tecnológicos que inciden en la producción de bienes, su distribución física y la prestación de servicios. Las tecnologías de información contribuyen a diseminar progresos técnicos en forma casi instantánea, incidiendo en preferencias, gustos y actitudes de los consumidores. En algunos, incentiva el apetito por consumir todo lo novedoso. En muchos, acentúa la frustración que produce el no poder acceder a lo que todos los días ven expuesto en los medios de comunicación y en la publicidad. El progreso técnico puede transformarse así en factor de fracturas sociales con consecuencias políticas”.
En contexto descripto por Peña, la preocupación por la administración del comercio frente a la competencia a escala global adquiere una relevancia mayúscula. No será gratuito en el escenario descripto cualquier intento de intervención sobre el comercio que pretenda mantenerse en el largo plazo vulnerando los esquemas existentes en cuanto norma multilateral, puesto que el respeto por los mismos constituyen el único pivot sobre el cual puedan basarse las relaciones futuras, las bases de un nuevo comercio, sobre todo en la creciente preocupación de las grandes naciones por buscarle una salida de emergencia (puesto que la principal no parece viable) a la permanencia de la oferta China y su consecuente reemplazo de mano de obra europea y americana.

Por nuestras pampas
Pues bien de los antes señalado, y en base a la experiencia argentina en democracia resulta claro que, la lógica económica que (bien o mal) aplicó el país en la década del 90 y que se mantuvo durante más de 10 años, fue totalmente quebrada con la devaluación del año 2002. Ello –entre otros innumerables efectos- trajo aparejado la “vuelta” a esquemas que parecían agotados en el debate intelectual y económico nacional, y que como antes apuntamos parece no ser el esquema que el mundo está debatiendo. Es decir, que si bien la crisis trajo aparejado la revisión de la propia esencia del sistema mundial, ello dista mucho de pensar en una construcción económica del comercio con receta de los años sesenta o setenta

Esta situación se da en la paradoja que esos esquemas del pasado (como mecanismo de administración del comercio) no vienen acompañando la expansión de precios vía inflación con el corrimiento cambiario. Dicho de otra forma, la lógica que volvió no acompañó la lógica también del pasado de la inflación, puesto que a precios comparables hoy la estructura de costos de una industria está en términos de dólares (y por tanto en la exposición a la competencia internacional) entre un 20 a un 50 % por encima de aquellos costos (dependiendo del sector industrial).

Es decir, hoy en comparación los productos importados versus los nacionales expresados en dólares parecerían ser más competitivos que en la lógica económica del 90, análisis que claramente contrasta con lo ensayado por Brasil o Chile.

Frente a esta realidad (que las empresas viven día a día) el gobierno anuncia (conforme lo anunciado por los diarios), que “deberá” explicar en un comité a los funcionarios Chinos, porqué le pondrá derechos antidumping a por los menos (y por ahora del relevamiento propio y de otros colegas) 40 productos (y varias empresas PYMES y grandes) quienes desde hace varios meses están en la lista de espera para ser abiertas las investigaciones por dumping conforme la norma vigente.

Así las cosas, la administración del comercio que se viene ensayando tiene más que notables contradicciones. Por un lado hay licencias no automáticas que junto a una lentitud en su emisión se dan en el marco de “increíbles” planillas de Excel que el importador DEBE remitir con reducción de sus cuotas de importación, esquema que –a cambio de su firma- “restringen” la oferta internacional, vulnerando –incluso- abastecimientos de insumos (tornillos para fabricar máquinas para industria minera o cubiertas para fabricar bicicletas por citar solo dos casos), o sencillamente la importación de tornos con control numérico. Por otro el esquema se da en el bloqueo en el uso de derechos antidumping como mecanismos legales de corrección para contener la agresión por precios que países como China ensaya en el contexto internacional.

Todo el esquema descripto lleva al comercio exterior argentino a un laberito de pocos espejos y pone al límite a funcionarios y al propio estado (y en varias ocasiones pasando esos límites) del cumplimiento de normas, leyes, resoluciones, tanto de orden interno como internacional.

La evidencia, la situación de productores, importadores y exportadores parece requerir la búsqueda de mecanismos o más bien de un comercio exterior argentino que, en el marco de la Ley, aseguren a todos los agentes reglas de juego claras y transparentes, UNICO medio que el mundo conoce para conducirse en el comercio internacional, el que si bien como señalamos puede estar mutando, bien sabemos que ninguna mutación se dio o puede dar fuera de la propia Ley de la Naturaleza.